jueves, 11 de marzo de 2010

11- Husserl, Meditaciones cartesianas. Meditación primera: en que se recorre el camino que lleva al ego trascendental.

10- El yo psicológico y el yo trascendental. La trascendencia del mundo


Este yo que me queda necesariamente en virtud de semejante epoje, y su vida de yo, no es un trozo del mundo, y cuando digo que yo existo, ego cogito,  esto ya no significa que existo yo, este ser humano. Yo no soy ya este ser humano que se encuentra a sí mismo como ser humano en la experiencia natural del yo, ni el ser humano que se encuentra con su propia y pura mens sive intellectus sive animus en estrecharse en abstracto a los puros contenidos de la experiencia “interior” o puramente psicológica del yo. Apercibidos de este modo somos estudio de las ciencias positivas: la biología, la antropología y la psicología, pues la vida psíquica es entendida como en el (dentro) mundo. Vale también para la propia, la que se aprehende y considera en la pura experiencia interior.
Pero la epoje fenomenológica, que requiere del sujeto que filosofa la marcha de las meditaciones cartesianas depuradas, inhibe el valor de realidad de todos los hechos percibidos objetivamente, así inhibe también el de la experiencia “interior”, y con ello lo elimina plena y totalmente del campo del juicio, y por consiguiente, lo mismo que inhibe el valor de la realidad de todos los hechos percibidos objetivamente, así inhibe también la experiencia interior.
El yo que medita en la epoje se pone a sí mismo exclusivamente como fundamento de valor de todos los fundamentos y valores objetivos
, no hay, pues, ni yo psicológico, ni fenómenos psíquicos en el sentido de la psicología esto es, como partes integrantes de seres psicofísicos humanos.
Mundo:
El mundo objetivo que para mí existe, que para mí ha existido y existirá siempre, y que siempre puede existir, con todos sus objetos, saca he dicho antes, todo su sentido y su valor de realidad, aquel que en cada caso tiene para mí, de mí mismo, pero de mí en cuanto soy el yo trascendental, el yo que surge unicamente con la epoje fenomenológico-trascendental.
A si como el yo reducido no es un trozo del mundo de igual manera, a la inversa, ni el mundo, ni ningún objeto del mundo es un trozo de mi yo, ni se encuentra en la vida de mi conciencia como una parte integrante de ella, como complejos de datos de sensación o de actos. Al sentido propio de todo lo que forma parte del mundo es inherente de esta trascendencia, aún cuando sólo reciba y puede recibir el sentido entero de que lo define, y con su valor de realidad, de mi experiencia, de mi correspondiente representarme las cosas, pensar, valorar, hacer; también el eventual sentido de una realidad evidentemente válida, sentido que recibirá de mis propias evidencias, de mis actos para darle una fundamentación. Siendo inherente al sentido propio del mundo esta trascendencia, de un estar incluido, pero no como parte integrante, quiere decirse que el yo mismo, que lleva en sí un mundo como un sentido válido, y que este sentido presupone por su parte necesariamente, es trascendental en sentido fenomenológico, y los problemas que brotan de esta correlación son problemas filosófico-trascendentales.

* Mediante la epoje fenomenológica, reduzco mi yo humano natural y mi vida psíquica –el reino de mi propia experiencia psicológica- a mi yo fenomenológico-trascendental del yo. El mundo saca su sentido y valor de mí yo trascendental. *

No hay comentarios:

Publicar un comentario